Hace días leí sorprendido la noticia de la recogida de firmas del PDB contra el 0,7%. El Regidor de Deportes y Medios de Comunicación, aquel que monta los circos, le crecen los enanos y los rojos que confabulan (¡veo muertos! Que diría el joven protagonista de aquella deliciosa película titulada El Sexto Sentido) expresaba su desacuerdo con el 0,7% del presupuesto que se destina a ayudas para el tercer mundo.
El Sr. Anselmo Ramos anuncia a bombo y platillo que hará campaña para saber que quiere hacer el pueblo con el famoso 0,7% (un referéndum que planteado con una pregunta dirigida deja sin poder expresar la libre opinión, y recuerda una vez más que quién monta un referéndum, con recogida de firmas, lo hace para ganarlo).
Como dice el periodista Andrés Trapiello en un artículo dedicado a las grandes causas: “Desde la época de Franco, en que lo único que se podía hacer era firmar todos los manifiestos y escritos de protesta, jamas he vuelto a firmar un solo papel en la calle, por dos razones: la primera porque la firma de uno, dada de esa manera, no vale la absolutamente nada, y porque, salvo la de condenar la pena de muerte, uno ha aprendido también a desconfiar de la Grandes Causas, ya que las Grandes Causas nunca son de Dirección única”.
Se podrá estar de acuerdo o no con el escritor, yo mismo sigo firmando por Causas de las llamadas, por algunos, Perdidas. Pero lo que no cabe duda es que lo mejor es brindar. ¿Sorprendidos? Lean al mismo Trapiello: “Hace unos días, junto a un quiosco, estaban dos o tres de estos peticionarios (se refiere a muchachos que buscan firmas en la calle), y también un mendigo venerable, de esos con un gabán amplio y raído y unas barbas amarillentas y luengas, uno de esos viejos que piden para vino, (...). La gente huía de los chicos, pero dejaba sus céntimos en la mano sarmentosa del pobre(...). Entonces uno de los chicos le dijo de muy buen talante (anda, yo también conozco a uno así muy famoso) que lo iban a contratar, que tenía don de gentes. El mendigo se les quedó mirando (...). El muchacho siguió bromeando (...). Le dijo textualmente: “abuelo te fichamos”.
El abuelo sonrió también, porque estaba solo, y dijo que la gente le daba limosna porque sabía que se lo iba a gastar en vino, en cambio ellos iban a tener siempre el mismo problema, porque “¿de qué sirven los papeles?”, y añadió: “¿De qué me han servido a mí?”. Se quedaron los tres sin decir una sola palabra porque seguramente pensaban que aquel mendigo tenía que haber sido el primer solidario con su causa. El viejo debió de darse cuenta también de que les había hecho daño, rebuscó en un revoltijo de bolsas, sacó una botella de vino y se la tendió al que había hablado con él, pidiéndole su solidaridad en ese instante supremo de tener que emborracharse solo”.
Sr. Ramos, brinde, pero no se emborrache de un poder que no posee. En tal caso, hágalo con sus socios de gobierno (esa derecha que ahora gobierna Blanes), pero no por el 0,7%. Celebren el éxito de la pasada visita por nuestra localidad de los “monarcas de oriente” y de su majestad “Carnestoltes” (creo fue un éxito rotundo según informan sus fuentes). Pero eso sí, bien lejos, al polígono, para que el ruido de la fiesta no moleste. Pero recuerde una cosa: también molesta la feria y muchos nos callamos. Igual tendremos de salir a recoger firmas.
El Sexto Sentido